Casi media noche

Es la primera vez que salgo a ese balcón que nos vio abrazarnos eternamente.
Pude ver tu pálida incertidumbre ante la vida, el coraje de estar vivo que gritas por los ojos y la sonrisa melancólica de nuestro encuentro.
Recordarte es existir en otro universo muy parecido al que somos ahora.

No nosotros. La ciudad ya no es lo que fuimos.

Pensé que era imposible volver a sentir este calor hondo a la hora de dejar.
Dejar partir, dejar de estar, dejarse en cada una de las cosas en las que uno fue, infinitamente, al lado de alguien.
Los bordes de mi cuerpo, las luces de diciembre, la ciudad... de eso sólo un rastro de memoria.

La soledad es el cigarro interminable sobre la madrugada.

Los relojes no se apagan, siguen caminando, esperándonos.

La media noche

Sus llantos se escuchaban como un gemido lento, un aullido profundo de perro. Aquéllo era un animal consumido por sus instintos.
Después de todo, lo más primitivo en ella seguía siendo el amor.